jueves, 20 de noviembre de 2008

La sombra



Perseguidora de color gris,
eres el gris
y me sigues de cerca.

Eres casi invencible,
eres el infinito tropiezo del transeúnte cansado
en una esquina gris sin final.

Pero esta noche apagaré todas las luces,
esta noche cerraré todo resquicio blanco, todo ruido,
toda rendija y después echaré el cerrojo de tus ojos,
incansables y avispados ojos.

Coseré con aguja e hilo tus labios
hasta que todo quede mudo,
como antes de los siete días.
Como el día antes del primer día...
antes incluso, que existiera la nada.
antes de tu concepción.

Entonces me sumergiré en ti,
así no me hallaras,
porque tu no ves dentro de ti misma, no.
Tus ojos, que están fuera del éter que te contiene,
no podrán volverse sobre sí mismos,
no, no podrán.

Ni a tientas podrás encontrarme allí
porque eres tan infinita por dentro
que nunca lo conseguirías,
nunca terminaría tu estéril búsqueda.


Una vez dentro te patearé el alma oscura
cuantas veces me plazca,
y correré por tus venas y escupiré sonriente.

Aunque seguro, cuando me encuentres,
serás mas negra que de costumbre.
Pero yo, puedo hacerlo tantas veces como quiera,
a mi antojo...

Volveré a cerrar la rendija olvidada
una y otra vez
y regresaré a escupirte en la cara,
porque tu no me ofreces descanso,
y yo tampoco lo aré.

Te perseguiré...
hasta que un día, ya no puedas encontrarme.
Entonces yo ya seré parte de ti, y quizás
viva la noche eterna
en ti.

y seré
invencible
también.


La sombra que cada uno llevamos tras nuestros pies, es le pasado, que a veces nos acosa...no sé si es mejor no mirarlo, para evitar el vértigo. O quizás... plantarle cara... aunque de esta forma se crece, de manera peligrosa por momentos. Quizás sólo hay que echarle una mirada de reojo de vez en cuando, para que no se nos olvide su fuerza; y no la engendremos en el presente de manera que nos resulte molesta en los días venideros.

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